UNA FÁBULA PARA OVEJAS

Y nuevamente sentí su llamada, pero esta vez más fuerte, y era inevitable sentir su dulce voz gritando en mi cabeza. Entonces hice lo que debía hacer, y lo que me era más fácil hacer; tenía que verla.

Desde hace algunos años que las plumas se me han ido cayendo, y las cortas pero menuditas cosas que llevo como piernas ya no reaccionan como antes, el cuerpo se me hace pesado más a menudo porque no lo quiero cargar, y en algún arranque de coraje me corté la melena y pulí mis dientes para poder codearme con las ovejas. Y es que las ovejas son tantas, y tan seductoramente atrayentes, con su seguridad social, su estabilidad económica, su tierna mirada y su lanita tan abrigadora, que ya desde hace años tenia seguro que militaría en sus filas.

Entonces puse algodones en mi cuerpo y comencé a encontrar el pasto más sabroso, porque cuando estas con ellas te olvidas de muchas cosas, no puedes ser oveja y lobo, es mal visto. Ahora que estoy a punto de ser un ente de peso en el rebaño, comprendo que desde mucho antes me criaron para oveja, que las plumas no se me iban cayendo, si no que alguien me las arrancaba mientras dormía, mis piernitas no están lerdas, sino que se embobaron por que me acostumbraron a no usarlas, y me demostraron que no valía nada y que no podía cambiar nada, y es que con eso nadie quiere cargar su propio peso.

Cuando eres una oveja y te criaron como oveja, te regalan una caja con colores. Cada oveja tiene por lo menos una caja en sus guaridas, y pasamos horas sentados apreciando sus colores llamativos queriendo ser cada día más oveja. Debe ser por esto que es tan difícil descubrir lo que hoy siento. Es el llamado de la naturaleza indómita que se escucha claro y pulento, y entonces decidí verlo. Robé las cintas que las ovejas dominantes guardan, las puse en mi cajita, y pude ver mis plumas siendo un cóndor, y pude ver mis piernas siendo un lobo, mi cuerpo de elefante, mi melena de león, mis dientes de tigre. Es tan triste darte cuenta que todo aquello lo perdiste, y que ya cuando eres una oveja no puedes traer de vuelta, fue una noche tan solitaria donde mi cajita por fin mostraba la verdad de la vida, que me puse a llorar en silencio hasta que me dormí de pena.

Ahora que ya no hay remedio solo me queda ser la oveja más loba, conmemorando mis días salvajes, alejarme de las ovejas dominantes, incubar mi rebeldía y llevarme con las ovejas olvidadas, las negras ovejas que alguna vez me hablaron de que una oveja podía ser mas que lana, que muchas ovejitas juntas pueden ser tan feroces como un lobo, y volar como cóndor, y derribar murallas como elefante, pelear como león y menearte como el tigre más rayado.